José Eliseo Baicué Peña
Hoy por hoy las TICs se convierten en herramientas habituales en las instituciones educativas tanto de los países desarrollados como de los emergentes. Según estudios de la OCDE, sobre instituciones de 23 países, las TICs se utilizan de diversas y creativas maneras en la intención de enseñar habilidades de razonamiento de orden superior.
Expertos en el tema han señalado que los profesores, en este proceso, se muestran reticentes a cualquier tecnología que no les facilite la consecución de los diversos objetivos que el sistema educativo les marca. Es posible, por lo tanto, que la resistencia de los docentes a utilizar TICs puede ser una razón importante del fracaso de la introducción de estas tecnologías en la enseñanza. Pero puede suceder que los profesores se resistan a las TICs porque no se sienten cómodos utilizándolas, salvo para las operaciones más rudimentarias, y porque además no existen recursos disponibles para poder formarlos en métodos educativos que incorporen estas tecnologías a la enseñanza de cada día.
Claro está que para introducir las TICs en la enseñanza, los estudiantes deben tener un buen acceso a los computadores, lo que sólo es posible en un número limitado de instituciones y, además, por supuesto, tener entrada a bases de datos, lo que genera un gasto adicional. Podría decirse, entonces, que la falta de conocimientos en sistemas entre el profesorado es el mayor obstáculo para la extensión de un aprendizaje basado en las TICs en los entes educativos.
En este contexto, la mayoría de los educadores ha a concluido que es difícil mejorar el aprendizaje en las escuelas, en cualquier sentido, sin mejorar los conocimientos de los profesores sobre la materia (incluyendo los conocimientos de TICs). Es decir, los profesores no pueden fomentar las habilidades de pensamiento de orden superior en los alumnos sin haberlas adquirido ellos antes, ni sin haber profundizado mucho más que en el material que se supone deben enseñar.
El uso de estas herramientas, como cualquier otro tema que se tenga que tratar en la escuela, depende de las aptitudes del profesorado. Y eso sucede tanto en las universidades como en las escuelas de primaria y de secundaria. Es decir, se hace necesaria una política que procure mayor énfasis en acercar a los profesores y directivas a la era de la información mediante la formación en sistemas y más bases de datos, que estén concebidas en función de las necesidades de los profesores y que contribuya en su tarea educativa.
En este sentido, las TICs han llegado a ser uno de los pilares básicos de la sociedad y hoy es necesario proporcionar al ciudadano una educación que tenga en cuenta esa realidad.
En fin, las posibilidades educativas de las TICs deben ser consideradas bajo dos aristas: su conocimiento y su uso. El primer aspecto es consecuencia directa de la cultura de la sociedad actual. El segundo, radica en que no se puede entender el mundo de hoy sin un mínimo de cultura sobre manejo de los sistemas informáticos. Es preciso, entonces, entender cómo se genera, cómo se almacena, cómo se transforma, cómo se transmite y cómo se accede a la información en sus múltiples manifestaciones si no se quiere estar al margen de las corrientes culturales. Es preciso participar en esa nueva cultura en la que el mundo moderno está inmersa y de la que es imposible escapar a no ser de se quiera quedar rezagado y haciendo parte los analfabetas de la Sociedad del Conocimiento.
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